TOMAYQUICHUA













TOMAYQUICHUA

Ubicado a 14 Km. de Huánuco al margen derecho del río Huallaga. Se admira la belleza del paisaje, por estar enclavado entre el llano de las faldas de los cerros, su firmamento es protegido por un cielo límpido azul, con nubes blancas que le dan un pintoresco contraste; así como la exhuberante vegetación de su campiña. Cuna de mujeres hermosas, presenta un típico paisaje serrano, sus casas techadas con tejas rojas, calles empinadas con huertas y árboles frutales aromáticos. Fue pueblo natal de la abuela de Santa Rosa de Lima, doña Isabel Herrera. Aquí también vivieron, el famoso escritor Enrique López Albujar, para quien constituyó fuente de inspiración de su novela; El Hechizo de Tomayquichua;, y el reconocido pintor de la escuela puntillista Ricardo Flores Gutiérrez. Además destaca la presencia de una casa colonial donde vivió Micaela Villegas Hurtado; La Perricholi.

LA PERRICHOLI

María Michaela Villegas y Hurtado (
18 de Septiembre de 1758 – † Lima 30 de mayo de 1819). Famosa actriz de teatro conocida como "La Perricholi". Una de las mujeres más célebres del siglo XVIII, antecedente de las grandes divas del espectáculo.
Existe la historia fuertemente arraigada, que nació en el pueblo de Tomayquichua (Huánuco) donde existe una casa que afirman fue su residencia. Aunque no hay pruebas que apoyen esta tradición y se ignora cual fue el origen de la misma, muchos autores la dan por cierta, entre ellos Enrique López Albújar y Ricardo Palma.
Sin embargo, en todos los documentos legales que existen sobre Micaela Villegas, figura que era natural de la ciudad de Lima y así lo declara ella misma en su testamento.
NiñezSegún consta en su Partida de Bautismo hallada en la Iglesia San Sebastián en Lima, nació el 28 de Septiembre de 1748 (aunque no especifica donde). Fue la primera de 6 hijos que tuvieron José Villegas, arequipeño y Teresa Hurtado, limeña.
Poco se sabe de su niñez, su familia era de condición modesta y vivieron en el barrio del
Rímac. Aprendió a leer y escribir, cosa poco común para las mujeres de la época, haciéndose aficionada a las obras de Lope de Vega y Calderón de la Barca, gustaba también del canto y danza, y de temprana edad mostró vocación por el teatro, aun cuando ese oficio era considerado como indigno e impropio para una mujer

A los 15 años debutó en el Coliseo de Comedias, propiedad de Maza, conocido actor y empresario teatral, quien la protegió y enseñó el oficio teatral.
El teatro era su pasión, y antes de cumplir 20 años, su talento, y elocuencia la convirtieron en la actriz de moda. Dotada de imaginación ardiente y fácil memoria recitaba con suma gracia romances caballerescos y escenas cómicas. Todos los días el teatro se abarrotaba de público, era muy admirada y su fama trascendió los límites del Virreynato.
Es en esa época que inicia un romance que duró 14 años con el sexagenario Virrey don
Manuel Amat y Juniet convirtiéndose en la relación más escandalosa del siglo XVIII, Amat la hizo su amante y el centro de la vida social limeña. En 1769 tuvieron un hijo al que llamaron Manuel.
Micaela Villegas propició muchas de las construcciones que Amat realizó en su gobierno: La Alameda de los Descalzos, el bello palacete La Quinta de Presa, el Templo de las Nazarenas que albergaría la imagen del
Señor de los Milagros de la cual era devota y El Paseo de Aguas, que fue construido para impresionarla. La tradición cuenta que cuando éste le profesó su amor, ella le respondió que lo aceptaría si él pusiera la luna a sus pies, entonces el Virrey mandó construir el Paseo de Aguas, acordonado por unos arcos de estilo francés y al centro una amplia fuente donde se reflejaba el cielo, y en una noche de luna llena la llevó al borde de dicha fuente, diciéndole “... hoy pongo la Luna a tus pies”.


Existen varias historias respecto al origen de su apelativo, dicen que Amat la llamaba "peti-xol" que en catalán significa "alhaja" o "joya"; sin embargo la historia más conocida tiene un origen poco romántico: en una de las tantas peleas de los amantes, Amat la llamó enfurecido "perra chola" que en su acento catalán sonaba a "perri choli". El incidente trascendió fuera del Palacio, y la alta sociedad limeña que no le tenia mucho aprecio comenzó a llamarla La Perricholi para humillarla.
Aunque fue muy celebrada por su belleza, no existe ningún retrato de ella, solamente descripciones muy entusiastas, como la de José Antonio Lavalle y otras menos halagadoras como la de Ricardo Palma, pero todas coinciden en hacerla dueña de una gracia y encanto sin igual.
"Miquita", como la llamaba cariñosamente Amat, gustaba de exhibirse junto al Virrey y provocar la envidia en la nobleza colonial limeña. Su carácter impulsivo protagonizó no pocos escándalos: en una ocasión abofeteó a un actor en medio de una representación teatral ante las pifias del público. Este hecho hizo que Amat se separara de ella por espacio de dos años, durante los cuales también se alejó del teatro, finalmente, se reconciliaron y un mes después volvería a las tablas en la representación más aplaudida de toda su carrera.
Sus caprichos eran tan impredecibles como sus arranques de generosidad. Uno de los episodios más conocidos de su vida fue el celebrado paseo que dio en una fastuosa carroza con enchapes en plata durante la fiesta de la Porciúncula, situación que tomó ribetes de escándalo, pues este privilegio solo pertenecía a miembros de la nobleza. De regreso a su palacete se topó con el párroco de la Iglesia de San Lázaro quien portaba el Santo Sacramento y se dirigía a pie a casa de un moribundo. Avergonzada de su frivolidad, bajó del carruaje y se arrodilló frente al sacerdote rogándole que lo usara para llegar a su destino; luego donó la valiosa carroza a la Parroquia.
En 1776 Amat fue cesado como Virrey del Perú y regresa a España, dejándole una pensión y varias propiedades. Micaela se quedó en Lima con su hijo, y tuvo que enfrentar los ataques de los enemigos del ex Virrey, que se manifestaron mediante canciones y folletines, siendo el "Drama de los palanganas: veterano y bisoño" el más injurioso.
En 1788 se despidió de los escenarios y adquiere el Real Coliseo de la Comedia asociándose con Vicente Fermín de Echarri con quien se casaría en 1795. Desde entonces llevó una vida tranquila y dedicada a la administración del teatro. Trece años más tarde, queda viuda.
A la muerte del ex Virrey Amat en España, su hijo Manuel viajó a la Península para reclamar la herencia como único hijo de Amat, pero debido a su condición de ilegitimidad regresa sin éxito a Lima, donde se casó en 1798.
Sus últimos años se dedicó a la oración, vistiendo el hábito de las Carmelitas y realizando muchas obras de caridad que hicieron olvidar a los limeños los escándalos de su juventud y les motivara un auténtico afecto a su persona.
Micaela Villegas murió en su casa de la Alameda Vieja el 16 de mayo de 1819 a la edad de 71 años. Su sepelio fue sencillo según ella misma lo pidió y dejó como herederos de sus bienes a su hijo Manuel y su nieta mayor Tomasa. Fue enterrada en la Iglesia de la Recoleta de San Francisco y la noticia de su deceso fue registrada por los principales diarios de la época.